Blog

CAMBIAR ES CRECER

Cambiar es parte obvia, sana, y natural, de SER felices. 


CAMBIAR, PARA ENCONTRAR LO QUE DEBES ENCONTRAR EN ESTE PUNTO DE TU VIDA; PERO SOBRE TODO, CAMBIAR PARA PERDER LO QUE YA NO NECESITAS

Aferrarse a algo, o a alguien, es el peor enemigo de nuestra felicidad; o el mejor amigo de nuestro vacío existencial. Desde que nacemos, nuestro cuerpo, parte externa, cambia; nuestros gestos, la voz, los gustos, incluso la manera de movernos; también lo hacen, entonces por qué la mayoría de las personas creen y se auto convencen, que se debe estar con una pareja “hasta que la muerte los separe”

Esa es la peor frase que escuché en mi vida, incluso antes de reconocerme enamorada de alguien; esa frase es más como una sentencia a muerte interior, abandono en una zona donde, con el pasar de los años, todo se torna chato, sin brillo, sin sorpresas o aventuras; y es tan doloroso para ambas partes que termina siendo un convivir lleno de caras feas, palabras hirientes, momentos de tensión, noches enteras sin dormir y días que prefieres no existir. Por qué ocurre esto?

Falta de amor propio- miedo- terquedad


Una nos conduce a la otra, y a su vez nos viciamos de temores. Es algo común, pensar que si Dios en un momento los unió, deben estar juntos por siempre; pero no es así, Dios, o a quien tengas como supremo, que es el  universo mismo dentro de ti, puso a esa persona a tu lado para ayudarte en algo que en ese momento necesitaban los dos; y es esa misma pareja, la que con su actuar,  te enseñará el momento y el por qué debes decir adiós. Pues si no dan ese gran paso puedo asegurarte que lo que siga de camino para ambos, ya  no se llamará vida, como lo dije antes, la vida es cambio continuo y si no nos adaptamos, no crecemos, y eso lleva a lo que se le llama muerte existencial.-

Cuando una pareja llega al punto, en el que uno de los dos, ya no soporta estar junto a quien una vez amó, es cuando está en nosotros, si nos amamos, y somos buenas personas, porque tampoco queremos dañar al otro fingiendo un amor falso; y es cuando urge la necesidad de decir la verdad y terminar para ya no dañar ni dañarnos.

Lo que ocurrió en mi caso, y lo que les ocurre a muchas mujeres, es saber que ya no amamos a alguien, pero llenarnos  de temor nos mutila y nos hace morir a diario, nos hace soportar hasta la intimidad que ahora aborrecemos. Para muchas personas se les hace fácil terminar algo, y no sentir culpa o dolor por ello; y es que todas ellas tienen el condimento esencial para una vida plena, amor propio, y es lo que las hace valorizarse ante cualquier acto de egoísmo y ante la falta de amor, y es lo que pude encontrar de tanto llorar; el amor propio que me dió la confianza en mí misma.

En cambio a otras mujeres, y aunque minoritariamente, hombres también; les cuesta sacar de su interior lo que de verdad sienten, por temor a la soledad, por temor a hacer sufrir al otro, y mil miedos mas que saturan  de ruido ensordecedor sus mentes lo que las hace vivir en un continuo dolor diario; que con lo único que se apacigua es diciendo lo que de verdad se siente, como lo hace un niño, lo que no te hace feliz, tampoco hará, ni está haciendo feliz a quien convive hoy contigo.

Consecuencias del silencio

Por qué cuesta en muchas de ustedes mujeres, salir de ese lugar de acorralamiento mental, de creer que no pueden decir la verdad, de no hablar por temor a lo que ocurrirá luego; mi pasado era así; nos percibimos inferiores y sin poder, esa imagen nos hicimos de nosotras; a veces hasta malgastamos el día poniendo nuestra mirada afuera, en la felicidad y la extroversión de amigas o conocidas, cuando la solución a todo ese dolor, es aceptar primero lo que estás viviendo, aceptar que es tu obligación hacerte feliz, no de otros; y desde ahí se parte a un viaje al interior para sanar, sanar primero por ti, luego para ver al mundo lleno de amor, y por tus hijos si los tienes.

La consecuencia obvia del silencio, tiene dos puntos de vista, que luego aunque parezcan fragmentados, son una sola consecuencia. Externamente se muestra agresividad, dañamos a veces a seres que amamos como es el caso de nuestros hijos, y lo hacemos sin conciencia, sólo es para descargar la angustia transformada en bronca que tenemos por no poder hablar, decirle a él que no lo amamos; vivimos o transcurrimos los días llenos de dolor, y siempre esquivamos un pedido de relaciones sexuales por parte de la pareja, hasta resulata perturbador imaginar siquiera que te insinúe intimar, y el rechazo se transforma en un aborrecer extremo hacia tu persona, hacia nosotras, a vernos o imaginar tan sólo, junto a él, a que te toque o pase a mayores.

Otras veces, cuando ya no te vales de excusas, porque no las tienes, para evitar el sexo; y con el fin de mantenerlo alegre y pasar así un tiempo más sin que te toque, bebes cualquier tipo de alcohol, para poder sentir algo en la intimidad, y disimular que te excitas para que acabe con urgencia, pero cuando terminas, te sientes tan inservible, tan sucia, que al irte a dormir, y en el silencio de otra noche interminable, la mujer valiente que habita dentro tuyo, tu otra voz en la cabeza, no la temerosa indefensa, te hace mil juzgaciones, y te plantea mil maneras de hablar de una vez, y es tan grande el dolor y el miedo que llevas dentro, que prefieres no escucharla, tergiversando la situación, buscando algo positivo para callarla un día más, un tiempo más. Todo ese dolor que exteriorizas, está potenciado a la décima dentro tuyo, y va enfermándote de a poco, te consume hasta quitarte las ganas de vivir.-

Eso que a medias mostramos o exteriorizamos, causa angustia en todo el entorno familiar; pero más daño silencioso provoca en tu interior, ya que  nuestro cuerpo habla por nosotros exponiendo todos esos dolores y silencios que nos atormenta el vivir, sepultados en nuestra conciencia, como enfermedades, y cuando ya esa enfermedad se muestra, es porque ya no hay vuelta atrás con ella.

Consecuencia de todo esto, es recurrir a mil medicamentos que reemplazan tu falta de valor, tu fuerza interior, tan sólo por no hablar y ya.

La vida es una, y es corta, no vinimos para soportar sufrir, vinimos para llenarnos de amor y luz propia y dar al mundo toda la luz que necesite; porque es inagotable cuando hay amor propio, y esa luz jamás se apagará.

Espero tu contacto 

Sonia Natacha Lucero

Quiero conocerte y saber cómo puedo ayudarte

Regístrate para recibir contenido exclusivo y emprender este camino.

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *